Acurrucada en un banco, la chica prosiguió su canto sin prestar atención a los viandantes, ni a la funda de su guitarra en la que brillaban algunas monedas. Nico no supo qué hacer. Medio oculto tras un árbol, escuchaba embelesado mientras se preguntaba si debía acercarse y echar algo de dinero o esperar hasta que acabara la canción...
-¿Qué estás mirando?
El muchacho tardó unos segundos en darse cuenta de que la pregunta iba dirigida a él.
-¿Cómo? –fue lo único que consiguió decir tras un incómodo silencio.
-Te he preguntado qué estás mirando –repitió la chica en tono desafiante.
La música se había detenido, y la voz, que momentos antes flotaba melodiosa, ahora vibraba cargada de veneno.
Tras un encuentro fortuito y un comienzo nada alentador, las vidas de Giulia y Nico cambiarán de rumbo, llevándoles a compartir un sueño a dos voces.